Por Elasa
Boulet
En
esta entrevista, David Harvey, evoca asimismo las transformaciones de la clase
obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los
intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica
si se desea cambiar el mundo. En esta entrevista, David Harvey retoma el análisis
de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de clase” que
es el neoliberalismo. Evoca asimismo las transformaciones de la clase obrera,
la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los
intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica
si se desea cambiar el mundo. David Harvey es geógrafo y profesor investigador
de la City University de Nueva York. Sus escritos abordan en particular la
dinámica reciente del capitalismo y la urbanización desde una perspectiva
marxista.
Usted ha teorizado la adopción del neoliberalismo como
una transición del fordismo a un régimen de acumulación flexible /1. ¿Cree que
la crisis económica que estalló en 2008 demuestra el fracaso de este modo de
acumulación flexible?
David Harvey – Esto depende de la manera en que se define el modelo de acumulación flexible. Si se concibe el modelo para revitalizar el capitalismo en su conjunto, yo diría que sí, pero que ya fracasó desde el principio. Si el modelo se diseñó para concentrar y aumentar el poder de la clase capitalista, y en particular de determinadas franjas de la clase capitalista, ha sido todo un éxito. El crack de 2008 no fue sin duda un acontecimiento especial si se contemplan todos los cracks que han tenido lugar desde 1997: el de Asia oriental y sudoriental en 1998, los de Sudamérica en 2001. Todo ese periodo se caracterizó por breves etapas de crecimientos interrumpidas por otros tantos cracks, pero es indiscutible que estos cracks desempeñaron una función muy importante en la consolidación de una riqueza y poder cada vez mayores en fracciones cada vez más pequeñas de la clase capitalista. Creo que 2008 marcó simplemente un paso más en esta vía hacia la concentración de riqueza y poder. Por mi parte, comprendo el neoliberalismo ante todo como un proyecto de clase, de consolidación y de refuerzo de la dominación. Creo que 2008 no marcó el final de todo esto, una crisis de este proyecto de clase, sino un paso más.
Pero se podría decir que el liberalismo también era un
proyecto de clase. ¿Cuál es entonces la diferencia entre el liberalismo y el
neoliberalismo?
Creo
que la diferencia radica en el hecho de que el proyecto de clase que se planteó
a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a mediados de
la de 1970 estaba mucho más centalizado, en la medida en que el poder se había
desplazado significativamente a favor del sector financiero. Este último se
convirtió en cierto modo en el agente principal. No ocurrió lo mismo con el liberalismo.
En la época del liberalismo se entendía que el sector financiero debía
facilitar la actividad productiva y su función era más la de un lubricante que
la de un motor del proceso de acumulación. Creo que el neoliberalismo se
caracteriza en mayor medida por lo que llamo la acumulación por desposesión que
no por las formas clásicas de acumulación por expansión, por crecimiento,
formas clásicas que en determinados periodos no estaban en contradicción con la
idea del aumento del nivel de vida de los trabajadores. En muchas partes del
mundo, el aumento del nivel de vida de los trabajadores en las décadas de 1960
y 1970 pudo producirse en una época en que las tasas de acumulación eran muy
altas. Era un periodo en que los poderes financieros eran significativos, pero
no predominantes. Después surgió esta economía caracterizada mucho más por la
desposesión, a partir de los años setenta.
En esta evolución hacia el neoliberalismo, ¿cómo
interpreta por un lado el papel de las finanzas y por otro el de la globalización?
Ambas
cosas están íntimamente ligadas. La moneda es lo que llamo la “forma mariposa”
del capital, que puede volar a donde le dé la gana. Las mercancías son una
especie de “forma oruga” del capital: se desplazan, pero lo hacen más bien
lentamente. La producción tiende a fijar la “forma crisálida” del capital. Al
otorgar más poder a las finanzas, se refuerza la “forma mariposa” del capital,
que tiene la capacidad de trasladarse casi a donde le plazca. Creo que ha
habido un proceso deliberado de refuerzo de la “forma mariposa” del capital, de
modo que ha podido posarse en territorios donde, por ejemplo, el coste de la
mano de obra es muy bajo, donde los impuestos son muy bajos. Así, los traslados
resultan más fáciles, con el resultado de que esto ha permitido rebajar los
salarios de los trabajadores en las antiguas zonas industriales del norte de
América, de Europa, etc. Asistimos por tanto a una desindustrialización de los
centros de producción clásicos. Esta desindustrialización se nutre del desplazamiento
de los puestos de trabajo a otros lugares y hacía falta algo que la facilitara;
ese algo fue la financiarización.
Parece que asistimos a una mercantilización creciente
de “bienes immateriales” como las ideas (con el fuerte aumento del número de
patentes), la educación, la cultura, así como a una mercantilización de la
naturaleza (títulos financieros sobre los genes, la lluvia, etc.). ¿Cómo
interpreta esta tendencia?¿Qué papel desempeña en esta crisis del capitalismo?
Producimos
una cantidad cada vez mayor de plusvalía. Desde hace muchos años existe ya un
verdadero problema para encontrar lugares en los que colocar este capital. Lo
que ha sucedido en los últimos 30 o 40 años es que el capital se ha interesado
mucho más por el aumento del valor de los activos y por la especulación en
torno al valor de los activos. Sin embargo, en este proceso se interesa cada
vez más por la rentas, como hemos visto en particular con respecto a la
propiedad inmobiliaria, la renta de la tierra, los precios del suelo. Y, desde
luego, por los derechos de propiedad intelectual. De golpe se ha producido una
explosión de lo que se llama el sector rentista de la economía capitalista. El
sector rentista siempre ha sido muy importante, por ejemplo: todo indica que en
los siglos XVIII y XIX el dinero que ganaban las clases superiores con el
arrendamiento y la apropriación de tierras era más cuantioso que el que sacaban
del sector manufacturero. Así que el sector rentista siempre ha sido
importante, en particular en la construcción de las ciudades. Y está claro que
sigue siéndolo; en determinadas áreas avanzadas del mundo capitalista, los
rendimientos de la propiedad de tierras y de activos son muy altos, y la
propiedad intelectual es una nueva forma de propiedad, que siempre ha estado
presente de alguna manera, pero que ahora ha cobrado mucha importancia. Y si
uno puede ganar dinero por el mero hecho de ser propietario de patentes, si uno
puede obtener buenos rendimientos del capital sin necesidad de emplear a ningún
trabajador, ¿por qué iba a molestarse en producir? Así que pienso que en el
curso de los últimos 30 a 40 años ha habido numerosos signos de que estaba
construyéndose un potente sector rentista, con ingresos procedentes de las
rentas de toda clase de fuentes: tierra, propiedad de recursos, propiedad de
derechos de distinta naturaleza, entre ellos, por supuesto, los derechos de
propiedad intelectual. Este sector en su conjunto es ahora mucho más
significativo en la actividad capitalista y además no emplea a muchos trabajadores.
Usted ha elaborado el concepto de acumulación por
desposesión, que ha suscitado numerosos debates. En ocasiones se ha considerado
que es demasiado amplio. ¿Qué conclusiones teóricas y políticas extrae de estos
debates?
Creo
que en cierto modo era un argumento muy general y que existen diversas clases
de desposesión. Algunos han preguntado, por ejemplo, si acaso lo que ocurre en
el proceso de producción no es una desposesión del excedente que producen los
trabajadores. Es una forma de desposesión, pero no se presta atención a las
distintas formas de desposesión que se producen en otros ámbitos, en la
circulación del capital. Esto es lo que yo quería formular teóricamente al
analizar el circuito del capital. Cuando contemplamos el circuito del capital,
vemos que está el circuito de las mercancías, el circuito de la moneda, el
circuito de la producción, todo ello está en el segundo tomo del Capital. Estos
distintos circuitos están integrados entre sí, pero cada uno tiene su agente:
el circuito de la moneda tiene el sector financiero, el circuito de la
producción tiene el sector industrial, el circuito de las mercancías tiene el
sector comercial. Entonces la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿de qué
manera estas esferas distintas reivindican el excedente y cómo se apropian
efectivamente de él? Mi tesis es que el sector financiero y el circuito de las
mercancías operan según un principio de acumulación por desposesión, porque lo
que hacen es utilizar su control sobre las mercancías o su control sobre la
moneda para detraer una tasa, una tasa que arrebatan a los trabajadores. Por
tanto, en cierto modo la burguesía puede recuperar a través de los banqueros y
los financieros todo lo que puede conceder en el ámbito de la producción.
Analicemos
la cuestión de saber dónde se realiza la plusvalía por oposición a dónde se
produce. Marx explica que se crea en la producción, cosa que no pongo en duda
en absoluto. Con lo que no estoy de acuerdo es con la suposición de que por
crearse en la producción, también se realiza en la producción. De hecho, es
posible que tan solo una parte muy pequeña de la plusvalía se realice en la
producción. Si contemplamos el ejemplo que ya he utilizado y que es el de [la
cadena de supermercados] Wall Mart, que es una organización comercial
capitalista, veremos que obtiene elevadísimas tasas de beneficio sobre la base
de la subcontratación a productores chinos, que a su vez obtienen unas tasas de
beneficio muy bajas. Se trata por tanto de una relación de acumulación por
desposesión.
Podemos
ir todavía más lejos con la cuestión que ya he planteado de saber cómo el
capitalismo adquiere activos y luego trata de valorizar esos activos. Pues
bien, a menudo los roban a los miembros de otras clases. Hay algo así como seis
millones de viviendas en EE UU que han sido desahuciadas, es decir, seis
millones de familias que han perdido su hogar. ¿Qué ocurre con esas viviendas?
De momento tienen un precio muy bajo. Han sido adquiridas por grandes grupos
capitalistas que las mantienen durante dos o tres años, a la espera de que el
mercado se recupere, y entonces se llenan los bolsillos. Viviendas recuperadas
al precio de, pongamos, 200.000 dólares por unidad se venderán entonces a
300.000 o 400.000 dólares cada una, siempre que el mercado se relance. Se trata
de una actividad especulativa, es lo que llamo acumulación por desposesión.
También existen formas de atraco directo cuando se suprimen las pensiones de
jubilación, se recortan los derechos a la sanidad, o cuando un bien gratuito
producido hasta ahora por el Estado se vuelve oneroso, como por ejemplo la
universidad o la educación en general. Yo pude gozar de una educación gratuita
en Gran Bretaña, pero ahora los que estudian tienen que pagar. En EE UU, el
coste de la educación aumenta cada vez más, los estudiantes se endeudan y ya
existe una enorme deuda estudiantil. Esto también es una economía de
desposesión.
Lo
que deduzco de todo esto es que las formas que adopta la desposesión son muy
variadas, y como término general resulta probablemente demasiado ambiguo decir
tan solo que “es una economía de desposesión”. Debemos estar más atentos a las
formas de desposesión que se producen y dónde se producen. Creo que es buena
idea desarrollar una comprensión más sofisticada de las distintas formas que
puede adoptar la desposesión, esto es lo que concluyo de los debates. Pero no
quiero en modo alguno replantear la idea de que constituye una parte muy
importante de la estructura de la exploitación en una economía capitalista.
Y políticamente, ¿qué conclusión saca usted de estos
debates en torno al concepto de desposesión?
Desde
el punto de vista político, lo que deduzco es la idea de la resistencia a la
acumulación por desposesión, que hay mucha resistencia, en todas partes, y que
esas formas de lucha forman parte de la dinámica general de la lucha de clases.
Esto desplaza el centro de atención de la organización y de la teorización
política, alejándolo que lo que a menudo ha sido el centro de atención
exclusivo de determinadas organizaciones de izquierda, a saber, la fábrica,
para trasladarlo, por ejemplo, a la ciudad. Si contemplamos las estructuras de
la explotación en y alrededor de una ciudad, veremos la explotación rentista,
la explotación comercial. De este modo empezamos a tener una noción muy
distinta de lo que es la política de resistencia a la acumulación capitalista
una vez se integran todas estas demás formas de explotación en el paisaje.
En un artículo publicado en Counterpunch en 2009,
usted escribió que la clase obrera no siempre está, y no lo está en todos los
países, en condiciones de situarse en la vanguardia de la lucha social y
política. ¿Puede desarrollar esta idea?
Hay
dos maneras de verlo. Podría decir que la clase obrera, tal como ha sido
definida tradicionalmente, no está en condiciones de estar en la vanguardia,
que en ciertos casos los movimientos sociales o políticos han estado en la
vanguardia. Si examinamos fenómenos como la revuelta zapatista, veremos que no
fue una revuelta de la clase obrera, sino una revuelta campesina. Era también
una revuelta contra la acumulación por desposesión, y lo mismo ocurre, por
ejemplo, con respecto a las guerras del agua en Bolivia, en Cochabamba, donde
también se trataba de una lucha contra la acumulación por desposesión. Y las
luchas en El Alto, donde una ciudad entera se rebela y destruye el poder de la
presidencia y abre la vía de acceso al poder de Evo Morales. Estos movimientos
revolucionarios han sido muy fuertes y potentes, y no se basaron en una clase
obrera tradicional.
Lo
que quiero decir es que si analizamos las dinámicas de la urbanización y nos
planteamos la cuestión de “¿quién produce la ciudad, quién reproduce la
ciudad?”, y si decimos que todos los que producen y reproducen la ciudad forman
parte de la clase obrera urbana, entonces esta abarca mucho más que los
trabajadores fabriles para incluir al personal doméstico, a los taxistas, por
lo que tenemos una concepción diferente de la clase obrera. Estoy a favor de
cambiar nuestra concepción de quién constituye la clase obrera y de qué tipos
de puesto de trabajo son cruciales. Hemos visto ejemplos, he mencionado El
Alto, la gran fuerza que tenían sus habitantes para bloquear totalmente la
ciudad, lo que de hecho es una huelga general, una huelga en el espacio urbano.
Pienso que las huelgas de transportes son muy eficaces; en Francia, por
ejemplo, ha habido huelgas muy importantes en los transportes, en la década de
1990 y en la de 2000. Se puede paralizar una ciudad, y paralizar una ciudad es
un tipo de instrumento muy eficaz en la lucha de clases. Y no son únicamente
los trabajadores de las fábricas quienes van a hacerlo, hace falta que sea la
ciudad entera la que secunde esta acción. Por tanto, o bien decimos que la
clase obrera está aquí y aquellos son otros movimientos sociales, o bien
cambiamos nuestra concepción de la clase obrera. Pienso que es preferible
cambiar nuestra concepción de la clase obrera.
¿Cómo interpreta usted la crisis de la Unión Europea?
Parece que estamos asistiendo a un proceso de radicalización neoliberal, justo
en el momento en que surgen relaciones neocoloniales entre el centro de Europa
y la periferia, en particular con la crisis de la deuda griega.
Me
parece que hay que analizar la crisis de la UE en términos de clase. No cabe
duda alguna de que la creación del euro, por ejemplo, fue una operación muy
ventajosa para la clase capitalista, y en particular para las fracciones de la
clase capitalista que se hallaban en los sectores más avanzados, en los países
más avanzados de la Unión. Tenemos por tanto un ámbito geográfico desigual en
el que se produce una unificación, que resulta muy ventajosa para Alemania en
particular, aunque no solo para Alemania. Alemania ha ganado mucho con la
creación del euro, y cuando se examina lo ocurrido con las economías del sur de
Europa en general, y de Grecia en particular… No diré que los griegos no hayan
causado por sí mismos algunos de los desastres al llevar a cabo toda clase de
engaños contables, etc., pero por otro lado Grecia se ha convertido en un
mercado maravilloso para Alemania, que ha podido explotarla al amparo de sus
superiores capacidades productivas y de organización.
Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables.
Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables.
Un
caso análogo en EE UU sería el del Estado de California, que ha conocido dificultades
notables, pero que no ha corrido la misma suerte que Grecia porque el gobierno
federal ha tenido que pagar el Medicare etc., mientras que con respecto a
Grecia no existe esta obligación. Asistimos entonces a circunstancias
extraordinarias en que la gente se hunde en una penuria total en Grecia, en
muchos aspectos a causa de la política de austeridad impuesta por los poderes
de la clase capitalista, cuyos intereses principales están concentrados en
Alemania y el norte de Europa. Me parece que esta geografía desigual no
cambiará a corto plazo. Tampoco percibo ningún cambio de política, por lo que
creo que este va a ser un problema duradero para Europa, que no necesariamente
se resolverá con la salida del euro de los países del sur. Por tanto, se trata
de una especie de dilema permanente que a mi juicio solo podrá resolverse
mediante una completa federalización de la base social de la economía, mediante
una colectivización de los derechos de pensión y este tipo de cosas, cosa que
políticamente es imposible, no creo que nadie votaría por eso.
¿Cree que en estos momentos asistimos a
un viraje de tipo keynesiano en EE UU? ¿Es posible que el gobierno de Obama se
aleje del neoliberalismo y aplique políticas más keynesianas?
EE
UU nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta ahora. Ha
sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el salario social
y la protección social, etc., pero jamás ha sido estricto con respecto a la
financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió dos guerras,
reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social de acceso a
los medicamentos que fue muy bemneficioso para las compañías farmacéuticas.
Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al neoliberalismo, era de
hecho un keynesiano en materia de defensa y financió el pulso con la URSS a
través de la deuda pública. EE UU siempre ha sido un caso particular: su
retórica sobre el sector público siempre ha sido muy neoliberal, pero sus
prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas.
Lo
que resulta interesante en la coyuntura actual es que el Partido Republicano,
que de hecho compartió bajo George Bush este enfoque de tipo keynesiano para
hacer la guerra, cuando perdió el poder decidió llevar de verdad hasta el
extremo la política de austeridad. Así trata de impedir la posibilidad de un
programa ligeramente expansionista, vagamente keynesiano, que preconiza el
gobierno de Obama desde el principio. Pienso que están pisando terreno
resbaladizo, pues no controlan más que la Cámara de Representantes, y si se
puede demostrar a los estadounidenses que lo que impide la recuperación de EE
UU es la manera en que el Partido Republicano actúa en la Cámara de
Representantes, y entonces asistimos en las elecciones de 2014 a la
transferencia del poder a los Demócratas, el Partido Republicano estará
acabado. Claro que también es posible que esto no suceda, se trata de una
situación muy compleja. Creo que hay miembros del Partido Republicano que se
dan cuenta de que se hallan en terreno resbaladizo y que intentan cambiar,
aunque sin mucho éxito de momento.
Hasta
ahora nunca se ha dudado en EE UU en emplear prácticas keunesianas, en
particular la financiación por el déficit, y en ser antikeynesianos en materia
de programas sociales, de protección social, y resueltamente antikeynesianos
cuando se trata de otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la
clase obrera. El neoliberalismo de EE UU siempre ha sido sospechoso, su
pragmatismo le ha llevado siempre a hacer lo que beneficia a las clases superiores,
y ha sido limitado por este criterio. No creo que esto vaya a cambiar gran
cosa, aunque pienso que en este momento el gobierno de Obama tiene muy claro
que la tasa de crecimiento de EE UU es muy baja y que existe la posibilidad de
una segunda recesión. Este gobierno, si tuviera las manos libres, apostaría por
prácticas expansionistas, hasta cierto punto incluso por prácticas
expansionistas que implicaran otorgar más poder a las organizaciones e
instituciones de la clase obrera. Creo que la idea de una política ligera y
parcialmente keynesiana bajo el gobierno de Obama ya se ha planteado y
aceptado, pero no será refrendada por la Cámara de Representantes controlada
por los Republicanos, a menos que estos últimos comprendan que esto les llevará
a un desastre electoral si la gente percibe que ellos son el obstáculo. Está
por ver cómo evolucionan las cosas.
A su juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los
intelectuales o universitarios críticos?
Hay
dos cosas. Lo que ocurre en el mundo universitario forma parte, desde luego, de
la lucha de clases, es la lucha de clases en el ámbito de las ideas. Por tanto,
una cosa que me gustaría que hiciéramos todos es luchar en el mundo
universitario por diferentes tipos de producción de saberes, de reproducción de
saberes. Los que están fuera de la universidad piensan a menudo que esta es una
torre de marfil, pero no es así, la universidad es un terreno de lucha bastante
encarnizada. Durante un tiempo estuve tratando de mantener abiertos los
espacios en el interior de la universidad en los que pudieran desarrollarse
cosas como las que centraban mi trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a
las presiones de la transformación neoliberal y administrativa de las
universidades. Es un poco como los trabajadores de una fábrica siderúrgica, hay
que organizarse en el seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo.
Pero
creo que también tenemos la obligación de tomar ciertas cosas sobre las que
reflexionamos y presentarlas de manera que sean comprensibles para un público
amplio, pensando en cómo la gente puede leer esto y extraer sus propias
conclusiones. No creo que los universitarios conozcamos mejor el mundo que
cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando trabajo con organizaciones
sociales, estas saben qué es lo que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi
tarea decirles qué tienen que hacer, eso ni se me ocurriría. Pero cuando tal
vez yo puedo ser útil es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se
relaciona con lo que ocurre en el capitalismo, cuál es la relación entre lo que
hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación,
podemos sentarnos juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con
prácticas y cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos
de desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o cómo se aplica la
política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los
movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los
espacios en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y
estrechar lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas
aprendan de nosotros en el proceso de lucha política.
Sin embargo, con las tendencias a la privatización de
la educación, en particular de la enseñanza superior, parece más difícil
mantener este espacio y esos debates en el seno de la universidad.
Así
es. Todos estamos siendo atacados, inclusive en la universidad. Y por supuesto,
si contemplamos el proceso de trabajo en el mundo académico, en EE UU ahora la
mayor parte de la enseñanza corre a cargo de empleados que no tienen un
contrato fijo y que viven en unas condiciones económicas muy precarias. Este es
otro campo de batalla en relación con las condiciones de vida de las personas
empleadas en las universidades. No es una situación fácil, pero ¿qué se puede
hacer? Hay que organizarse y luchar, como en todas partes.
¿Cuál es su visión personal de una sociedad
comunista/2, si “comunista” es la palabra adecuada?
Hay
varias maneras de construir una visión utópica. Creo que siempre existe la
necesidad de tener en mente una visión utópica, de una manera u otra, un lugar
al que deseamos llegar, aunque al final no lleguemos, en cierto sentido no
importa mucho si se llega o no. Si se tiene una visión, tratando de cambiar las
cosas, estas se mueven en una dirección u otra. No tengo un esquema fijo, he
escrito uno en el apéndice a un libro que se titula Spaces of hope, una especie
de descripción utópica de una sociedad construida durante un periodo de 20
años. Y creo que necesitamos un modo de construcción por la negación. Si se
comprenden los aspectos del capitalismo que no nos gustan, ¿qué rechazaríamos,
cómo sería una sociedad que ya no funcionara sobre la base del valor de cambio,
sino sobre la base del valor de uso, qué formas de coordinación de la división
social del trabajo se crearían, cómo se implementaría para asegurar que el
abastecimiento de cada uno en valor de uso fuera suficiente, que no se
produjeran bloqueos completos ni rupturas, ni penurias? Son cuestiones muy
pragmáticas.
Es
posible por tanto trabajar sobre esta clase de ideas, construir por negación:
no queremos hacer esto coordinándonos a través del mercado, queremos hacerlo de
una manera distinta, a través de los trabajadores asociados en colaboración,
los trabajadores asociados que organizan la división social del trabajo de
manera que todo el mundo tenga lo que necesita. Con la informática tenemos la
posibilidad de coordinar los inputs y outputs/3 de un modo distinto. Algunas
fábricas recuperadas en Argentina funcionan ahora en red gracias a los
ordenadores y organizan los flujos de inputs y outputs de manera que comienzan
a coordinarse entre sí, pero no se trata de una planificación centralizada, es
algo que se organiza en red, sin ningún planificador central. Creo que con las
tecnologías que tenemos ahora existen nuevas posibilidades de plantear estas
cuestiones de un modo distinto y que podemos construir una visión utópica en la
que los trabajadores asociados controlen los medios de producción, se organicen
y tomen sus propias decisiones en cada unidad productiva, pudiendo coordinarse
entre sí, comunicarse entre sí para responder a las necesidades de todos y
todas.
Notas
1/
La acumulación flexible designa el fenómeno de la “flexibilización” del trabajo
desde la década de 1970: la subcontratación, la jornada parcial, la producción
“justo a tiempo”, las actividades informales se han convertido en elementos
cruciales del procedo de producción. Esta “flexibilización” (o dicho de otro
modo, precarización) no se implanta del mismo modo en todas partes y es más
importante en los “países emergentes”. Corresponde a una transformación de la
gestión de las empresas, centrada cada vez más en un funcionamiento de mercado
(subcontratación de actividades, asegurando rentas importantes a los
accionistas) en detrimento de una gestión “interna” de la empresa.
2/ En inglés “socialist”.
3/ Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción (materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs : productos, mercancías).
Contretemps
http://www.contretemps.eu/
2/ En inglés “socialist”.
3/ Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción (materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs : productos, mercancías).
Contretemps
http://www.contretemps.eu/
Traducción de Viento Sur
http://www.vientosur.info/
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