El
pasado 17 se cumplen 33 años desde el asesinato a Marcelo Quiroga Santa
Cruz, y para recordar lo escrito en las paginas de nuestra historia
dejamos dos textos, uno sobre su vida y el otro que es una compilacion
de algunos extractos.
El Socialismo Vivido
Un boliviano sin tumba
Por: Reymi
Ferreira
El 17 de julio
se cumplieron 33 años del asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz, líder e
intelectual boliviano que dejó profunda huella en la nación. Exquisito
literato, escribió en el género de la poesía Un arlequín está muriendo (1952);
publicó la novela Los deshabitados, por la que fue galardonado con el Premio
William Faulkner en 1962, una de las 100 obras fundamentales de la literatura
boliviana, según Juan Siles Guevara. Dejó inconclusa la novela Otra vez marzo,
publicada póstumamente. Escribió El saqueo de Bolivia (1973) y Oleocracia o
patria (1976), libros imprescindibles para entender la realidad nacional.
Electo diputado
en 1966, época en la que el país estaba sometido al régimen cesarista del
general René Barrientos. Como legislador opositor interpeló al dictador en el
Congreso, y mientras hablaba fue encañonado con un revólver por un diputado
oficialista que intentó acallarlo sin éxito, porque una de sus características
fue el valor civil. En 1969 asumió como ministro de Petróleo del general
progresista Alfredo Ovando Candia, cargo desde el cual dirigió la
nacionalización del petróleo, que le significó al país quintuplicar sus
ingresos y a los departamentos productores la multiplicación de las regalías.
Paradójicamente, los frutos de la nacionalización de los hidrocarburos fueron
la base de la prosperidad de la dictadura del general Hugo Banzer.
Como militante
de izquierda resistió el golpe de 1971, para luego marchar al exilio, del cual
retornó en 1978 para apoyar la restauración democrática. Candidato a presidente
y parlamentario, se convirtió en una de las figuras esclarecidas de la
política, además de promotor de un orden democrático y justo. El 17 de julio de
1980, tras el golpe de Estado de Luis García Meza, fue detenido, torturado y
luego asesinado en el cuartel de Miraflores.
El paradero de
sus restos mortales es el secreto militar más guardado de nuestra historia.
Tanto sus familiares como organismos democráticos han exigido infructuosamente
su ubicación. A 33 años del asesinato, y pese a las comisiones investigadoras,
no hay resultado alguno. El Gobierno actual, que comparte planteamientos
ideológicos en varios aspectos con el extinto líder, tiene la obligación moral
de hacer lo que otros Gobiernos no quisieron o no pudieron hacer: encontrar el
cuerpo de Marcelo Quiroga para devolverlo a su familia y darle la digna sepultura
que merece.
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