Por: Horacio Cerutti Guldberg
Prólogo
El presente libro es testimonio valioso
del esfuerzo meritorio que contra viento y marea llevan adelante un grupo de
colegas de la Universidad Autónoma de Guerrero, en Chilpancingo, para mantener
el trabajo universitario auténtico, con sus dimensiones de búsqueda, de
crítica, de aportación a la vida pública. En este volumen convergen trabajos
que abordan la coyuntura actual en algunas de sus variadas facetas, encarando
aspectos nodales, que exigen inmenso esfuerzo de comprensión y detenida
elaboración teórica.
Así, por ejemplo, no dudan en plantearse
cómo no caer en fantasías en relación con las dificultades de la coyuntura
o hasta qué punto está justificado soñar. Un logro indudable de su
esfuerzo es que se animan a llamar a las cosas por su nombre y la tan cacareada
globalización aparece como imperialismo puro y duro. Se atreven a enfrentar las
rutinas de la academia y el canon de los medios (des)informativos en cuanto a
eludir el término y, con él, el fenómeno mismo de esta etapa del capitalismo.
Se atreven a reconocer que el fenómeno imperialista sigue allí, agravado,
intensificado, más bestial que nunca. En ese contexto el tema de la
violencia reaparece con rasgos muy precisos: como violencia estructural,
fruto del terrorismo de estado a nivel mundial, y/o como violencia
emergente.
En cuanto a esta última, podría ser
fecunda como violencia revolucionaria –lo cual lleva a colocar en la agenda
colectiva otro término-proceso excluido por las modas académico mediáticas-,
pero no se elude la discusión acerca de la ilusión ingenua de que por sí sola
engendraría de manera automática al ‘hombre nuevo’. Esta reflexión adquiere
mucha vigencia, cuando estamos en presencia de evidentes carencias
en,cuanto a la soberanía. Si por tal se entiende, decimonónicamente, el
monopolio de la violencia en un territorio determinado por parte del estado y
sus organismos de gobierno, la situación se encuentra plenamente agravada. No
hay tal monopolio y sí mucha variedad de modalidades dispersas, pero no
precisamente espontáneas de violencia.
En este contexto, la tolerancia, su misma
concepción, sus cantidades, por así decirlo, y el respeto a las diferencias
ajenas que permitirían una cierta convivencia, también son tópicos nodales
recolocados sobre la mesa de la discusión. Lo cual exige revisar incluso la
violencia mental generalizada y sus modalidades de intrusión en las vidas de la
gente.
Se trata, en suma, de resistirse a
naturalizar el capitalismo, de impulsar a repensar la modernidad, de asumir
responsablemente el resurgimiento de la revolución como tarea a ser (re)
conceptualizada cuidadosamente –a más de llevada a la práctica-, de no eludir
las dimensiones geopolíticas de estas reflexiones, negándonos a seguir siendo
presuntos traspatios o a disimular con moralinas superficiales el estado de
guerra generalizado en que (sobre)vivimos. No por casualidad la IV Flota ha
regresado a la región después de varias décadas. Alguna relación ha de tener su
viaje con nuestras disponibilidades de materias primas, energéticas, de agua y
aire. Y, por cierto, con nuestros valiosos procesos de búsqueda de alternativas
a las depredadoras consecuencias de la hegemonía neoliberal y a su
instrumentación de los estados en perjuicio de las grandes mayorías.
¿Habrá futuro que merezca el nombre de
propio y con posibilidades plenas para quienes integramos esta América que
quiere ser “nuestra”? En todo caso, conviene que reconozcamos las vías no
transitables: la socialdemocracia, los reformismos, los culturalismos, las
moralinas vacuas y, también, que revaloremos los saberes de la gente, la
capacidad de rebelión de los supuestamente vagos, la fuerza de la conciencia
que acompaña a la acción y ¿por qué no? aquella capacidad de amor que el mismo
Che destacó en su momento.
Vale la pena no sólo leer este libro, sino
incorporarse activa y protagónicamente a los desafíos a que procura responder
con lucidez convocante.
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