Trabajo, clase y estado En el capitalismo global


Por: Ellen Meiksinswood

El movimiento obrero estadounidense nunca ha tenido realmente su propia organización política, ya fuera un partido socialista fuerte, socialdemócrata, o al estilo del laborismo Británico. El partido demócrata tiene en la actualidad menos aun que ofrecer al movimiento obrero que en el pasado. Pero hoy el caso norteamericano parece menos excepcional de lo que pareció alguna vez, en la medida en que los partidos de la clase trabajadora mejor establecidos -comunista, socialista, socialdemócrata y obrero- se han separado efectivamente de sus raíces de clase, especialmente en Europa.

Los partidos comunistas y socialistas europeos, por ejemplo, abandonaron la política y el lenguaje de la lucha de clases, mientras que la elección del New Labor en Gran Bretaña llevó al poder a un liderazgo basado en cortar los lazos históricos del partido con el movimiento sindical, dejando a Gran Bretaña, al menos por el momento, en una situación similar a la del modelo norteamericano: un estado de partido único, o como lo enunciara Gore Vidal, un partido con dos alas derechas.

Es posible que incluso esta ambigua victoria para la izquierda, o la subsiguiente elección de gobiernos socialdemócratas en Francia y Alemania, abran nuevas perspectivas políticas. Pero por el momento, muchas personas parecen dar por hecho que la desaparición de la política de la clase trabajadora es algo natural, y que el terreno político sobre el cual los partidos revolucionarios y electorales de la clase trabajadora operaban, sencillamente ya no existe. Ese terreno ha sido más o menos obliterado, en gran medida por la globalización. O al menos eso es lo que se nos dice.


Necesitamos detenernos más de cerca sobre tal presunción. Debemos explorar de manera más crítica las consecuencias políticas de la globalización, y lo que éstas significan para el movimiento obrero y la lucha de clases.

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