Las Maniobras del Vaticano


Por: Antonio Gramsci

Traducción de Héctor Miguel Ángeli
La Acción Católica, nacida específicamente después de 1848, era muy distinta de la actual, reorganizada por Pío XI*. La  posición original de la Acción Católica después  de 1848 (y en parte también en el período de incubación que va de 1789 a 1848, cuando surge  y se desarrolla el hecho y el concepto de nación y de patria, convertido en elemento ordenador —intelectualmente y moralmente— de las grandes masas populares, en victoriosa concurrencia con la  Iglesia y la religión católica), puede caracterizarse extendiendo a la religión católica la observación que un historiador francés ha hecho a propósito de la monarquía “legitimista” y de Luis XVIII: parece que Luis XVIII no lograba convencerse de que en Francia, después de 1815, la monarquía debía tener un partido político específico para sostenerse.


 *1 Pío XI (Achille Ratti, 1857-1929), arzobispo de Milán, electo Papa en 1922, en el momento más violento de la ofensiva fascista, aceleró la alianza  de la política vaticana con el fascismo, cumpliendo la obra iniciada por su predecesor, Benedetto XV. Con el abandono del partido popular, ya próximo a la disolución, y la reforma y el esfuerzo de la Acción Católica, se preparó a obtener el mayor provecho de la política de Mussolini, al que urgía el apoyo  de las masas católicas. La alianza entre la Iglesia y el régimen fascista fue sancionada definitivamente por los Pactos lateranenses (Concordato),  firmados el 11 de febrero de 1929. La lucha contra el comunismo y el socialismo fue la máxima preocupación de Pío XI, que siempre tuvo  simpatía por los regímenes clérico-fascistas y por el nazismo, aunque en 1937 protestó contra el racismo alemán y las persecuciones a la Iglesia). Uno de los primeros actos del pontificado de Pío XI fue la reforma de la Acción católica en Alemania (Ver Salvatorelli y Mira, Storia del fascismo Católica, que finalizó en octubre de 1923 con la aprobación de los nuevos estatutos. En ellos se acentuaba el carácter unitario de la organización, se  coordinaban mejor cada una de las organizaciones, reforzando también la subordinación a la jerarquía eclesiástica. Se fijaron asimismo los  caracteres y los objetivos de las organizaciones, que pueden resumirse así: colaboración prestada por el laicismo católico al apostolado jerárquico de la Iglesia, formación de los cuadros del movimiento católico en colaboración  con las escuelas y universidades católicas.



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